En vano se esfuerza el soñador buscando en el recoldo de sus antiguos sueños alguna brasa que soplar para reavivar el fuego de su enfriado corazon y resucitar en el todo lo que tanto le seducia en tiempos, lo que le conmovia el alma, lo que le enardecia la sangre, lo que arrancaba lagrimas a sus ojos y lo que tanto le engañaba.
Ahora el alma reclama y exige algo distinto.
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