Retrocedamos. Tú fuiste el culpable por haberme tratado como una princesa cuando a mi ese papel no me pega con los zapatos; yo fui la culpable por creerme que siempre estarías ahí.
Pero no hay nada que nos podamos reprochar. Nada. Puede que yo no esté haciendo las cosas del todo bien pero, ¿acaso tú lo hiciste mejor que yo? Los dos hemos salido huyendo en algún capitulo de nuestra historia, porque los dos somos unos cobardes. Somos tal para cual.
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